Escrito por: Amanda Ferrada y Darlyn Sepúlveda
Valentina Lazo (21), una influencer chilena, ha convertido una condición poco conocida en el centro de su mensaje en redes sociales. A través de TikTok e Instagram, comparte su experiencia con la tricotilomanía, un trastorno obsesivo-compulsivo que la llevó a arrancarse el cabello, pestañas y cejas. Para Lazo, el camino hacia la aceptación y el control ha sido, en sus propias palabras, “una montaña rusa”. Desde que inició terapia a fines de 2020, ha alternado periodos de control con recaídas, y desde hace unos meses ha logrado controlar el impulso, siempre con la guía de su psicóloga y estrategias personales.
Lo que vive Valentina Lazo es la realidad de hasta el 4% de la población chilena, teniendo las mujeres una prevalencia 4 veces mayor a comparación de los hombres, esto según el sitio web “Nuevo Norte Tricotilomanía”, un centro que se ha dedicado desde hace más de 20 años a la psicoterapia. Según el sitio, suele suceder que la persona asume que es la única que tiene este comportamiento, sin darse cuenta que es un fenómeno más común de lo que se piensa. “Esto lleva a que viva el problema con mucha culpa y vergüenza, lo que puede llevar a estados depresivos y dificultar la consulta”.
Ana María Deck, psicóloga con más de 30 años de experiencia y parte del equipo de Nuevo Norte desde 2021, explica que en el centro la tricotilomanía se aborda desde una perspectiva similar al tratamiento de las adicciones. “Nuevo Norte tiene un enfoque centrado en el tratamiento de adicciones, y la tricotilomanía se trata como si fuera una: un deseo incontrolable, como el consumo en otras adicciones, pero aquí relacionado con arrancarse el pelo. Es un deseo que no puede ser controlado voluntariamente y que tiende a repetirse, aumentando la frecuencia de la conducta con el tiempo. Por eso, el enfoque inicial es lograr la abstinencia para reducir las ganas irresistibles y permitir un mayor control”.
Deck señala que el tratamiento no solo se centra en la persona, sino también en su entorno familiar, lo cual diferencia a Nuevo Norte de otros abordajes. “Es esencial involucrar a la familia, ya que su apoyo refuerza el tratamiento. No se trata de decirle a la persona ‘córtala’, sino de entender el trastorno y aprender a acompañarla. Este enfoque busca que las personas no solo dejen de arrancarse el pelo, sino que adquieran herramientas para cuidarse a sí mismas de forma constante”, explica la psicóloga.
Ansiedad, estrés y lo sensorial: Una relación estrecha
Ana María Deck explica que, para abordar los síntomas de la tricotilomanía, se requiere atención a los momentos de estrés, ansiedad o incluso de ocio en los que se manifiestan los impulsos, pero, también es importante entender que la “tricotilomanía es una conducta automática que puede estar asociada a la sensibilidad sensorial. Las personas suelen buscar cabellos específicos, como los más gruesos o ásperos, y arrancarlos les genera un alivio instantáneo, aunque luego aparece la culpa y la frustración”.
Sofía Zúñiga, de 17 años, está finalizando su etapa escolar y, desde hace algunos meses, convive con la tricotilomanía. “Desde 2019 estoy en terapia con psicólogos y psiquiatras, pero este año el tema del cabello cobró mayor relevancia para mí. Llegué a un punto crítico en octubre, cuando el estrés me llevó a dejarme un pelón en la cabeza. Al principio lo tomé a la risa, pero después me di cuenta de que esto no era normal”, relató.
A Zuñiga siempre le incomodaron los cabellos gruesos. Arrancarlos le ofrecía un alivio sensorial, pero durante periodos de mayor estrés, como exámenes o conflictos sociales, pasaba horas repitiendo el hábito de forma inconsciente. “Lo hago para desestresarme, pero al mismo tiempo es automático. Siempre estoy tocándome la cabeza, buscando pelos”, comenta.
Esto último también se relaciona con el caso de Valentina Lazo, quien, al tener efectos secundarios y dependencia emocional hacia los fármacos, ha explorado técnicas más personalizadas, como el uso de guantes para evitar el contacto sensorial con los cabellos. “Cuando pierdo la sensibilidad en los dedos, automáticamente baja la ansiedad. Pero todo tiene que ser complementario: identificar el momento, frenar la acción y usar los guantes como apoyo”, detalla.
Tyndall Volosky, estudiante universitario que se encuentra cursando su quinto año, comenta que su primer acercamiento con este trastorno lo vivió a la edad de 11 años. “En ese momento nadie me diagnosticó y yo tampoco me di cuenta de lo que era, sin embargo, a finales del tercer año de universidad, volví a recaer”. Volosky asegura que la tricotilomanía se manifiesta con mayor intensidad cuando se encuentra en etapas estresantes de su vida, generalmente relacionados a la carga académica.
A su vez, Canela Jiménez, estudiante de primer año de la Universidad de Chile, asegura que este impulso, al igual que Volosky, se intensifica en época de exámenes universitarios. “Solía sentir angustia, como un vacío o incluso aburrimiento y empezaba a jalar mi cabello”. Actualmente la estudiante lleva alrededor de siete meses sin tener una recaída, compartiendo que, al asistir a terapias psiquiátricas y psicológicas, ha logrado avanzar y mejorar su bienestar psicológico.
Factores como el duelo y el trauma
Para la psicóloga Jhakivette Sánchez, la tricotilomanía puede desarrollarse luego de una situación traumática. Se presenta como un desahogo ante carencias emocionales que las personas no saben que padecen, puede comenzar con rascarse la cabeza o jalarse el cabello, posteriormente esta condición puede ir avanzando hasta arrancarse vellos de cualquier parte de su cuerpo. “Muchas veces las personas lo ven como algo normal”, dice la doctora.
Vanessa Planche (36) madre de Victoria Acedeño (13), comenta que su hija cambió su actitud luego del fallecimiento de su abuela en septiembre de 2019. “Desde entonces ella comenzó a cambiar su personalidad, se veía triste y ya no hablaba con su entorno”. Hace un mes atrás la madre notó que a su hija le faltaban todas las pestañas de sus ojos, la falta de visibilización de este trastorno hizo que la madre lo asociara a una enfermedad física en vez de una condición derivada de la salud mental, sin embargo, tras una investigación en internet, se dio cuenta de lo que parecía su hija. “Me ha costado muchísimo determinar el origen, pero por fotos descubrí que desde hace un año tiene tricotilomanía”.
Así mismo, la psicóloga especializada en terapia cognitivo-conductual desde hace cuatro años, hace énfasis en la importancia de poder determinar si estas conductas se derivan del estrés postraumático, la ansiedad o si es una conducta adquirida desde las figuras paternas. “Primero se determina la causa de lo que lleva a que la persona se arranque el cabello, luego se procede a controlar ambas partes, tanto el trauma como a lo que sería la ansiedad o lo compulsivo con respecto al vello”, explica Sánchez.
Un nicho dentro de la salud mental
Una encuesta realizada para este reportaje, reveló datos significativos que permiten comprender mejor este trastorno en Chile. Los resultados mostraron que el 55% de las personas encuestadas tiene entre 18 y 26 años, y el 90% son mujeres, un dato que refuerza las estadísticas de Nuevo Norte Tricotilomanía que señalan una prevalencia mayor en este grupo. En cuanto a las zonas del cuerpo afectadas, estos fueron los resultados arrojados:
A pesar de estos resultados, un 63,6% de los participantes señaló no haber escuchado sobre el trastorno en medios de comunicación como televisión o prensa escrita, y el 36,4% de los encuestados afirma que nadie de su círculo cercano conocía el término. Tanto Sofía Zúñiga como Valentina Lazo coinciden con estas estadísticas.
Zúñiga relató cómo fue que, a través de internet y redes sociales, comenzó a comprender mejor su condición. Lazo, por su parte, destacó que su proceso de identificación con el trastorno también fue autodidacta, ya que en el ámbito clínico encontró poco conocimiento especializado sobre este tema. “En Chile no hay casi nada, me acuerdo que la información que encontraba era de gente de otros países. Igualmente, gracias a las redes sociales, ha ido en aumento la información, pero aún es poca, aún falta”, explica Lazo.
Opciones de apoyo y tratamiento
Si has presentado alguno de los síntomas abordados en este reportaje, es importante que acudas con tu red de apoyo o círculo cercano y manifiestes tus inquietudes. Si no te sientes preparado/a para expresarte con ellos, en la actualidad existen diversos grupos internacionales en redes sociales, como el grupo de Facebook Tricotilomanía: Grupo de apoyo a los que podrás recurrir.
También puedes contactarte con la clínica Nuevo Norte Tricotilomanía, que en Instagram se encuentra como @nuevonortetricotilomania y en su página web puedes encontrarlos como tricotilomaniachile.cl. Así mismo, en nuestro país existen diversos números a los que podrás acudir si presentas algún episodio de crisis: Salud Responde, opción 2: (600 360 7777), Línea Libre para niños, niñas y adolescentes: (1515).