Velvet Room: “Un espacio metafísico del subconsciente de cada uno, en donde se materializan tus deseos, tus emociones, tus problemas”

Después de un largo día de trabajo, cinco jóvenes logran reunirse en el tercer piso de una casa en Temuco. Enfocados en ensayar y juntar ideas para sus nuevas canciones. Es aquí donde “Velvet Room”, su banda, cobra vida. 

Después de un largo día de trabajo, cinco jóvenes logran reunirse en el tercer piso de una casa en Temuco. Enfocados en ensayar y juntar ideas para sus nuevas canciones. Es aquí donde “Velvet Room”, su banda, cobra vida. 

La sala de ensayo, es pequeña, pero lo suficientemente grande para que entren los tantos instrumentos, luces, amplificadores, mezcladores y claro, los músicos. Martín, Carlos, Felipe, Nicolás y Sergio se acomodan alrededor del cañón de la estufa, junto a las varias luces LED que pintan de colores la madera de las paredes, como también sus caras de ilusión y pasión por lo que hacen.

¿Cómo y cuándo surgió la idea de formar Velvet Room y por qué ese nombre para la banda?

Carlos: A nosotros lo que nos sale es rock; dentro de todos los matices que le podamos agregar, en su núcleo la cosa es rock, y para alejarnos un poco de los prejuicios que vienen asociados con el género, quisimos una propuesta estética que fuera más pulida, más sofisticada, más agradable a la vista. Después empezamos a idear un concepto alrededor de Velvet Room. Es evocativo, yo me puedo imaginar cosas escuchando el nombre Velvet Room. Ahí empezó una parte ya más conceptual.

Felipe: Fue más o menos ese último año de pandemia, dijimos que queríamos tomarnos esto como algo profesional, que queríamos dedicarnos a esto. Nos reunimos y estuvimos por lo menos dos meses debatiendo en qué nombre íbamos a tomar. Velvet Room fue un nombre que creo que escribió Carlitos muy a la rápida, vimos ese nombre y fue como “¿sabes qué? Nos gusta”. ¿Por qué? Porque Velvet nos da esta impresión de que es algo un poquito más sofisticado, un poco más retro, una estética de este rock, quizás como el peak de lo que fue el rock en un momento.

Martín: A mí me daba una sensación como Beach House, como de Space Zone. Pero me daba una cosa más pulida. Eso me gustaba.

Felipe: Room es la palabra que queremos usar como un concepto. En este caso el concepto es que es un espacio metafísico del subconsciente de cada uno, en donde se materializan tus deseos, tus emociones, tus problemas. Esa es la habitación. No es una habitación de por sí, como una habitación roja, sino que es un espacio que tiene cada uno en su subconsciente y que en este espacio las cosas se transforman en objetos.

Sergio: Era un proyecto atractivo porque daba mucha libertad de ideas. Al tener ese cuarto era como “ya, pero, ¿qué hacemos con él? ¿se llena de agua, tiene luz, tiene oscuridad o tiene algo adentro? Y ¿qué tendría?” Todos en algún momento nos planteamos como sería la Velvet Room de cada uno.

Carlos: Nace también de las letras de Martín, que siempre son muy introspectivas, de muchas metáforas, pero en la base de salud mental y cosas así. Él [Martín] explora sus emociones y cómo su experiencia de vida va afectando a esas emociones, entonces ahí también están las ganas de explorar el subconsciente.

¿Qué es indispensable para ustedes como banda? Algo que los hace ser Velvet Room. 

Nicolás: Hay un componente importante, que es la dinámica que existe entre nosotros. La dinámica entre integrantes es entretenida de ver. Es una de las cosas que nos hizo resaltar al comienzo. Se nota que éramos amigos que estábamos tocando, pasándolo bien, pero yo creo que con el tiempo, además de eso, se ha ido sumando el hecho de la prolijidad que intentamos transmitir. En elementos técnicos musicales, por ejemplo, como Carlitos, que toca súper bien la guitarra y es súper limpio para tocar las notas. Pero además de eso, también hemos implementado un vestuario visual.

Felipe: Todas las decisiones que tomamos o las cosas que escribimos siempre están súper pensadas. Nada ocurre extremadamente al azar, sino que tenemos ganas de contar algo y de obtener, al final de todo, una propuesta artística bonita. 

Carlos: Me gustaría agregar una cosa, que es el tema de la vulnerabilidad. Particularmente, Martín es súper expresivo en el escenario. Se da poco que el cantante o los artistas en el escenario sean realmente tan expresivos, que se muevan con todo el cuerpo. Siempre se siente que hay barreras entre el público y el cantante, a menos que sea en momentos muy  íntimos, sobre todo en el rock, porque está tapado de esas cosas de una marca más de pasarlo bien, más destructivo.

Nicolas: Sintetizando, creo que puede ser algo así como la vulnerabilidad y la intencionalidad que tenemos.

Sergio: La energía es indispensable, porque no me puedo imaginar una tocata en vivo donde estemos sentados todos tranquilitos. Nunca se ha sentido así, nunca hemos querido que nuestra música se sienta así. Siempre ha habido mucha intensidad en todo. Martín suda y sangra en el escenario para que salga como quiere. Siempre estamos tratando de vibearlo y viendo cómo mejorar. 

Felipe: Buscamos emocionar.

Carlos: Y como planificamos tanto las cosas, podemos ser vulnerables en el escenario.

Velvet Room en su máxima expresión

Felipe, Carlos y Nicolás comenzaron a hacer música juntos tras conocerse en el colegio. Luego, entraron a la misma universidad, pero a distintas carreras. En la carrera de Bioquímica fue donde Felipe se topó con Sergio, quien tras un par de meses de ser amigos, y haberle contado y recalcado a Felipe que tocaba la batería, fue invitado a un ensayo y allí se quedó. Fue a principios de 2019 cuando se consolidaron los cinco ante la llegada de Martin, quien con padres chilenos, venía recién llegando de Estados Unidos. Con ganas de conocer gente nueva y hacer amigos, asistió al apadrinamiento de su carrera y participó en el juego “El que se la sabe cante”. Es así que Nicolás, quien, al igual que los otros miembros, estaba en busca de un vocalista, lo conoció e invitó a unirseles.

¿Ha cambiado la dinámica entre ustedes desde que empezaron a ahora que se lo están tomando más en serio? 

Nicolás: Al igual que han aumentado los años en cuanto a edad, también ha madurado la relación, y si, en un momento, éramos energía cruda, ahora logramos canalizar mejor esa energía en esfuerzos intencionados. Voy a intentar poner esta intencionalidad específica porque la canción me la demanda o vamos a coordinar esta acción entre nosotros, porque eso tiene cierto efecto en el público. Creo que igual ha ido madurando la dinámica entre los integrantes.

Sergio: Siempre se ha disfrutado el tiempo juntos, pero en algún momento fue difícil coordinarnos todos. Es difícil porque tenemos oficios con horarios distintos, pero cuando nos juntamos tratamos de darle el máximo.

Felipe: El hecho de que seamos amigos tan cercanos nos da esa ventaja, cada vez que hemos tenido un problema, lo conversamos súper fácil y siempre se resuelve de forma no conflictiva. Es constructivo y va en expresar cómo te sientes, por qué estás tomando las decisiones. Eso me deja tranquilo, porque siento que le da longevidad al proyecto. 

Carlos: Es como cualquier otra relación; va creciendo, se va adaptando y finalmente, si logramos mantener esta mentalidad, de nosotros versus el problema, en vez de cada uno versus el otro, las cosas se resuelven mejor. Se han logrado resolver a base de comunicación. Nos esforzamos para que sea lo más sano posible.

Martín, en un reel de Instagram, mencionaste que fue complicado para ti expresar tus sentimientos en español. ¿Puedes contarnos sobre esa experiencia y cómo ha influido en el proceso como cantante de la banda cuando tuviste que interpretar en tu lengua materna?

Martín: Creo que como artista, el hecho de estar en Chile donde todos hablan español, me dejó un poco más suelto y transparente, más vulnerable, porque podía escribir todo. Era como una sesión de terapia y no tenía miedo de que la gente pensara que es raro, porque nadie iba a entender, así que era llorar en un vacío. Obviamente sabía que en un punto la gente se daría cuenta porque tendrían que leer las letras, así que lo hice un poco más metafórico y poético, pero el hecho de que sentí esa seguridad de esa barrera de idiomas me ayudó mucho. Creo que nuestra primera canción, “Out of the Blue” fue sobre la depresión y esa canción, originalmente en español, era sobre carretear o algo así. Cuando obtuve la canción ellos me dijeron: “Ok, haz tu magia”. De inmediato yo dije: “Depresión”. No sabía cuánto inglés sabían los chicos, pero ahora sé que ellos sabían todo. Eso es todo, la seguridad de una barrera lingüística; no tenía que preocuparme o no sentía esa sensación de vergüenza al expresarme.

¿Hay alguna conexión entre su estética y algún período específico de la historia de la música o del arte? Como lo es  “Risqué”, que tiene una propuesta surrealista.

Felipe: En general, todas nuestras cosas son surrealistas. No las hemos desarrollado tanto porque “Risqué” fue la primera canción que realmente, de principio a fin, teníamos la intención de hacerla visualmente. En teoría todas [las canciones] deberían tener esta visual surrealista, pero es debido a que el concepto de la banda tiene que estar asociado a una estética de que estás soñando, entonces le da algo surreal. Estas luces [señala luces color violeta], por ejemplo, en vez de que sea una luz que tenga sentido, es una luz que te hace sentir algo emocional. En un sueño pasa un poco lo mismo, vamos más que nada a eso. Ya de estética general, de época y cosas así, intentamos combinar mucho la música que sale hoy en día, sobre todo música de virtuosos de la guitarra, un poquito más visual o de textura, ochentera, setentera, más vintage, más retro, esa parte más sensual, más atractiva.

Carlos: Muchas de las texturas que tenemos sonoramente nos llevaron a lo retro, pero tiene que ver con cuando escuchamos las canciones. Mientras las estamos haciendo, nuestro oído nos tira para allá también, entonces todo tiene un tinte más retro.

Felipe: Retro, pero con la sensibilidad de que conocemos que eso es de hace mucho tiempo.

Sergio: El concepto de Velvet Room permite eso porque no hay un tiempo definido; entonces permite conectar todo eso que nos gusta del antiguo con estos sonidos y estéticas más modernas. Nos permite combinar libremente.

Martín: Está basado en los artistas que nos gustan o nos inspiraron para poder tocar o cantar, pero todos tienen su propio gusto. A mí, vocalmente, me gusta más el pop; Freddie Mercury para mí es como el número uno. Por eso siempre me muevo en el escenario; me gusta la teatralidad. Bruno Mars también es mi ídolo como showman; me encanta el show.

Carlos: El círculo converge en que siempre es una cosa que es medio rock, medio vintage, pero después cada uno le va dando su saborcito, por eso la dinámica intergrupal es tan importante.

¿Cómo describirían el proceso creativo de la banda y cómo trabajan juntos para crear canciones que reflejen su identidad como Velvet Room?

Carlos: Ecléctico. Nos dimos cuenta bien rápido, que si intentamos los cinco escribir algo, por lo general es complicado. Cinco inputs te sobrecargan un poco la idea. 

Felipe: De hecho, los primeros temas que escribimos fueron un poco así. Nos juntábamos en ese tiempo en una leñera, empezábamos a tocar y a ver riffs, algunas veces traíamos cosas de la casa. Me acuerdo que Carlitos, con “Out of Blue”, traía los acordes de la casa o Pino [Nicolás] en MX el riff de ese verso también. Muchas de nuestras primeras canciones se originan ahí, casi como improvisación en el mismo ensayo. Pero, como dijo Carlitos, nos hemos dado cuenta que si seguimos así siempre, volvemos a repetir el lenguaje que ya conocemos, que ya manejamos. Si queremos explorar cosas distintas o sabores distintos de música, tendemos a proponernos primero un objetivo. Normalmente Carlitos escribe el riff, Martín hace una melodía de la voz, con eso calza la base de la canción y después en el ensayo vemos cómo consolidar esto como una canción.

Carlos: Tiene que ser por etapas, no puede ser que todos estemos trabajando al mismo tiempo porque se satura. Normalmente alguien viene con una idea y ahí empieza, si la idea es buena, se nota rápidamente y empieza a crecer solo. 

Martín: Típicamente empieza con un riff y luego, si es bueno, otra persona va a sumarse y si no, la cosa se muere ahí. 

Felipe: En el fondo, todo lo que escribimos al final sí es algo grupal, porque a todos nos gustó y todos sentíamos potencial y queríamos construir en eso.

Nicolás: Alguien llega con una idea un poquito más definida y, ahí, destaca un poco la libertad que tiene cada uno de trabajar en su propio instrumento o lo que uno desarrolla. Cada uno compone sus partes y obviamente las complementamos: “A tu parte de guitarra le puedes hacer esto y esto”, pero en definitiva cada uno es libre de poder modificar y componer lo que le salga de adentro, de su esencia. Ese es el proceso creativo.

Sergio: Me gusta eso. Todos tenemos libertad de componer, pero también hay un proceso democrático. Si tres de nosotros decimos, “esa idea es mala”, uno lo acepta calladamente y dice: “Bueno, entonces ¿cómo lo hacemos?”. Constructivamente vamos hacia adelante. Es posible trabajar entre todos en un norte, quitándose eso del ego de tiene que ser como yo quiero, sino que vamos a tu idea pero tiene que ser algo de la banda. Hay algo más allá de solo uno, pero todos tenemos la libertad de componer, traer ideas y mostrarselo a los demás.

Felipe: Siento que una diferencia súper grande entre nosotros y muchas bandas es que, seguro, hay muchos que hacen lo mismo que nosotros, pero siento que no son la mayoría; muchas bandas surgen porque hay un cantautor que escribe, y eso es la composición de la canción, y el resto ve cómo arreglar eso como un conjunto. Pero siento que nosotros tomamos la propuesta de ver cómo queremos que suene una canción ya finalizada; ahí empezamos a pensar: “Ok, cómo tienen que ser los instrumentos, qué secciones tiene que tener”. Martín empieza a ver cómo puedo meter dentro de esta sección una melodía que sea pegajosa, para que no simplemente sea como instrumentos haciendo puras tonterías, que tenga algo de sentido más comercial o más digerible. A nosotros nos encanta eso porque al final podemos escribir cosas que consideramos complejas, pero que siguen siendo fáciles de interiorizar. Creo que eso es lo que más me gusta de cómo componemos las cosas, que nunca es: ”Llegue con una canción lista, grabemos”. Sino que es ir de a poquito tomando decisiones chiquititas. 

Carlos: De hecho, la vez que no estaba pasando eso, porque justo cayó en pandemia, yo me acuerdo que tuve que escribir harto de una canción que tenemos que se llama “Devil’s in Love”. Yo lo escribí en el PC, tenía un poco las partes, tenía más o menos como quería que fuera la estructura, pero no, le faltaba algo. Lo traje acá, se lo mostré al resto y empezaron todos a aportar su perspectiva, su forma de tocar, su forma de escuchar la música y ahí recién se armó una canción de verdad. Ahí pasó a ser más que la suma de sus partes, y por lo mismo, volviendo al tema de que es por la dinámica que tenemos entre nosotros, podemos confiar en el criterio musical del otro. Va a sonar bien, yo sé que va a sonar.

Como banda emergente de Temuco ¿cuáles son los mayores desafíos que han enfrentado hasta ahora en su carrera?

Martín: Encontrar ese lugar y encontrar lugares que paguen.

Carlos: Es difícil integrarse a la escena que hay acá en la región. Los círculos tienden a ser súper cerrados.

Felipe: Lo que más nos ha costado es encontrar nuestro público acá. Las tocatas que más se dan, y a las que nosotros vamos felices, suelen ser de una vibe un poco más under, más oscura, más indie o punk, cosas así. Sentimos que no es donde nuestra música brilla más. Donde sentimos que brilla más es en el escenario. Sin embargo, ir a un concierto de rock de una banda emergente en Temuco es extraño, o sea, ¿por qué iría a ver eso y por qué se organizaría un evento así?

Carlos: Temuco no tiene la cultura de ir a ver bandas, entonces el público que nos encontramos siempre es heredado de otras bandas, que vienen con expectativas propias. Vienen esperando un cierto estilo. Nos ha pasado también, que si estamos tocando con tributos, la cosa es incluso más dura, porque no quieren ver una banda emergente; quieren escuchar al tributo.

Felipe: El lenguaje también es una barrera, aunque de por sí siempre que vamos a una tocata hay algún fan nuevo. Al menos una persona, dentro de todas las que están ahí, se identificó con lo que tocábamos, con el estilo de música en verdad, y nos va a hablar: “¿cuándo tocan de nuevo?”. Eso ha sido súper bonito porque nos valida a nosotros desde una perspectiva externa de que lo que estamos haciendo sí le gusta a alguien más que no sea nosotros. Puede que me guste mucho lo que hacemos, pero saber que hay un público para nosotros en el mundo es bonito.

Carlos: Nosotros ya llevamos dos años, pero el año pasado, y de hecho la primera mitad de este año también, lo dedicamos principalmente a redes sociales, buscando esa validación de cierta forma, para tener este check de que, no estamos locos, esto sí suena, esto sí puede tener un público. Tenemos público desde afuera que nos escribe, pero el desafío ha sido encontrar esa misma gente que está afuera acá, que vengan preparados a pelear contra las expectativas, porque nos parecemos poco a los artistas que están en esta escena. Ir en contra de esas expectativas es complicado como artista.

¿Cómo han sido las respuestas del público que han tenido hasta ahora? Ya sea en Temuco o en otras ciudades. ¿Qué importancia tiene para ustedes mantener una conexión con la escena local? 

Carlos: Tenemos dos respuestas, una es la de la escena acá y otra es lo que tenemos de afuera. Ambas son positivas, pero sí tienen un sabor distinto cuando recibimos el comentario. Acá, creo que el comentario que nos gusta más es: “¿Por qué están acá? ¿Por qué están en Temuco?”. 

Nicolás: Sin desmerecer a nadie. 

Carlos: Claro, pero es por un tema de expectativas al final. Somos tan distintos quizás a lo que han oído antes o a lo que fueron a ver, quizás muchas veces les choca que estemos acá. Otro comentario fue: “No puedo creer que pagué sólo 4 lucas por esto”. La mayoría de los comentarios que recibimos acá son de ese tipo, como: “Que loco que estén acá”. Ha sido este segundo semestre que hemos logrado conectar un poquito más con la escena local.

Martín: Eso es debido a la estrategia de Velvet Room, todo online, todo con redes sociales. Conectar de distintas formas, como publicar música en TikTok o Instagram. Tenemos muchas publicaciones que son tipo humor, y eso tiene su función. También conectando con la música, pero nos enfocamos en eso para tener un público un poco más grande, un poco más internacional. Cosa que sí logramos, pero ahora nos falta público en Chile; últimamente lo hemos estado haciendo. En eso estamos.

Felipe: Lo que me ha gustado es el comentario por internet que ha llegado. Gente que llega y siente una conexión que le calza muy bien con su identidad. No es simplemente “tocan bien y me gustó su música” sino que: “Soy fan, me gusta lo que hacen, por favor, sigan haciéndolo. Vengan a tocar acá”. Nos han pedido que fuéramos a tocar a Santiago, Concepción y Nueva York. 

¿Cómo ven el futuro de Velvet Room?

Sergio: Dominación mundial. 

Carlos: El futuro es todo para arriba.

Carlos: Que la banda sea sustentable a través del tiempo, eso implica por una parte mantener bien la relación entre todos, pero también, aunque sea poco romántico, hay que verlo como una pyme. Un negocio entre todos, que se pueda sostener a sí mismo, que esa parte esté saludable al igual que nosotros, que nos mantengamos sanos mentalmente.

Felipe: Dentro de todo, somos bien optimistas al respecto, o sea, creo que todos nosotros queremos mucho el proyecto y le vemos potencial. Mientras no se nos pierda esa llama, que sigamos trabajando y sigamos intentando crecer de manera activa, no debería por qué fallar. No veo cómo podría fallar.

Carlos: Todos tenemos esa hambre de poder vivir de esto.

Martin: Yo siempre he querido llegar a un nivel de cuando hay una emoción, específicamente cuando la gente hace edits, usen nuestras canciones cuando quieran representar una escena o emoción.

Felipe: Hemos hablado de que nos gustaría viajar al extranjero. También de dos cosas en particular: Viajar a Santiago y de poder generar un impacto cultural, de que en cierta medida no seamos solamente música, sino que haya gente que se identifique con lo que hacemos, que puedan hablarle a alguien más sobre eso y que digan “mira esto se parece a Velvet Room”, eso sería super bonito.

Carlos: Finalmente, el mejor comentario que podríamos escuchar es: “Eso es super Velvet Room”.   

Entrevista por: Antonia Harvez y Sara Rivas Armstrong

Lee más de magazine