El 30 de septiembre del presente año, el rector del Instituto Arcos, José Sanfuentes, anunció a través de una carta el cierre voluntario y posterior absorción universitaria. En el caso de la sede de la quinta región, la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) se hará cargo, mientras que en la Región Metropolitana (RM) aún no hay claridad de la institución que asumirá la sede capitalina.
El Instituto Arcos fue fundado en 1981, el cual se abrió como una opción a las tradicionales carreras del momento, dado el auge de áreas creativas. Dicha institución se compone de cinco escuelas: cine, televisión, comunicación, diseño y publicidad; y recoge 12 carreras en total con una capacidad para más de 4 mil estudiantes, de los cuales, un 70 por ciento estudian gratis.
Supuestamente, luego de una resolución publicada en el Diario Oficial, en la cual se fijaban los nuevos aranceles de gratuidad, se establecía una baja de éste de $3.584.965 a $2.054.669 a partir de enero del próximo año, dejando al instituto con un déficit de más de $2 mil millones en el presupuesto anual, significando una reducción del 43% de la previsión actual.
Se habla de “transición” para integrar sus programas académicos al mundo universitario, pero Amanda Castro (38), docente y presidenta del sindicato de Arcos, no habla de “transición”, habla de término, finiquito, un sefiní de todo, “con posibilidad de ser contratados por los nuevos empleadores”. Esto significa que la continuidad laboral de los trabajadores del instituto no se encuentra garantizada más que de palabra.
“Justamente ese es el problema. Si tuviéramos alguna garantía o seguridad de que esto va a ser una transición, que no depende de nosotros -en el fondo- habría un ánimo diferente”, expresó Castro. Respecto a las condiciones de trabajo de los nuevos empleadores, las desconocen. En el caso de Valparaíso, saben que un 20% de 5 mil empleados tiene posibilidad de recontratación, pero en eso se queda, en un supuesto. Mientras tanto, el otro 80%, que es Santiago, sigue sin saber qué pasará.
Lo que hasta el momento está asegurado, es que las nuevas instituciones impartan las carreras del instituto para que los y las estudiantes puedan reintegrarse; la plena mantención de las condiciones de los beneficios ministeriales, del arancel y matrícula, para estudiantes que pagan o co-pagan; asimismo el instituto se hará cargo de la titulación de 465 estudiantes que actualmente están en proceso de ello. Finalmente la utilización de los recintos, los que se mantendrán pese al cambio.
¿Pero es esto del todo cierto? Las autoridades de Arcos, tales como el rector, han asegurado que la institución se hará cargo de los procesos de titulación. Dichos procesos son en enero, pero el instituto finiquitará sus actividades el 31 de diciembre. Además de que el cierre del proceso académico de los titulados, que debe ser informado al Ministerio de Educación, se hace en abril.
–Lo que significa que de ninguna forma puede cerrar el 31 de diciembre si ellos mismos van a ser los encargados de las titulaciones. Entonces nosotros comenzamos a hacer suposiciones y pensamos que no se va a diluir en diciembre, sino que probablemente va a seguir.
Siendo el cierre una necesidad de la empresa, lo que significa la disolución del sindicato, ya que una organización sindical está sujeta al rut de la corporación: “Van a dejarlo vacío -porque estaremos finiquitados-. Puede ser el camino estratégico que está tomando la empresa”. Es por esto que están evaluando, en conjunto con las autoridades de Arcos, mantener el sindicato pese a que se quede sin asociados.
“No sabemos si es un traspaso o una venta, no sabemos la figura que se está usando”, expresó respecto a la absorción de la PUCV. En relación a si existieron otras opciones para hacer frente a la crisis, Castro aseguró haber conocido de la situación en abril a la cual no se hizo frente, pues como ya sabemos, se optó por el cierre para evitar la total disolución del instituto:
–Pero claro, esto era justamente lo que se quería evitar, así que a nosotros sí nos tomó por sorpresa, sobre todo porque habíamos pasado también un periodo de negociación colectiva entre medio, donde podría haber existido un espacio para mencionar que esta opción era más concreta, pero no fue así.
En lo que respecta a la gestión y decisión del cierre, no manejan más información de la que ha sido expuesta en medios de comunicación. No están atravesando ninguna especie de proceso transparente: “Como sindicato estamos un poco en ascuas por no saber de estas figuras comerciales”.
Según lo poco y nada que les han informado, el calendario es así: el 30 de octubre se dará a conocer la sede de la RM que se hará cargo, a fines de noviembre recién podrán saber qué cargos conservará el empleador y cuáles no, finalmente en diciembre serán los finiquitos de las y los trabajadores, quienes cuentan con asesoría legal por parte del sindicato para barajar sus opciones frente a la situación y presentar una lista de exigencias como organización a los nuevos empleadores.
Un problema al que se enfrentarán como docentes es encontrar un nuevo puesto laboral: “Si no quedamos recontratados, es súper difícil encontrar trabajo en el área artística, sobre todo si te has dedicado mucho tiempo a la docencia perdiendo redes de contacto”. Actualmente se encuentran buscando una solución para preparar la reinserción laboral a nivel del sindicato para el estamento.
La remezón
La crisis económica que acechó a Arcos hasta su “apertura al mundo universitario” se venía gestando desde principios de este año, con la fijación de los aranceles de gratuidad para el año 2024 en febrero. “El peor escenario era que Arcos cerrara”, afirmó Castro respecto a la negociación colectiva previa al anuncio del desenlace de la corporación.
En junio, ellos debían presentar un plan de trabajo en conjunto, ahí fue cuando la empresa le pidió una prórroga: “Nos pidieron que por favor no hiciéramos negociación y la entregáramos en noviembre”, situación que nunca concluyó, ya que el cierre definitivo fue anunciado a fines de septiembre.
Ese mismo día, el sindicato se reunió con el rector Sanfuentes, quien les solicitó que firmaran un documento que diera cuenta que apoyaban el proceso de cierre, a lo que ellos se negaron debido a la falta de transparencia y a la desfavorable “negociación”.
La poca comunicación se permeó en los anuncios posteriores; muchos docentes habrían comunicado de manera diferente el suceso, ya que “algunos decían que íbamos a tener continuidad laboral, por otro lado, había gente que creía que no tendríamos finiquito, sino que iba a cambiar el empleador; otros estaban seguros de que el sindicato continuaría y que el contrato colectivo los seguiría cubriendo”, esto Castro lo atribuye a la falta de información.
Por su parte, Castro aseguró que nadie se pregunta realmente qué sucede con el dinero: “Justamente el silencio de los dineros, yo creo que en un momento va hacer ruido. Por ejemplo, el hecho de que todo esto nace de la presunta crisis. Entonces ahora sabemos que lo que hizo el instituto fue pasarle por el lado a esta crisis con la decisión, ya que vendieron antes de que sucediera”.
El déficit
En la carta del rector se presenta el déficit correspondiente a un poco más de 2 mil millones de pesos anual, esto, pese a que hace un tiempo realizaron una inversión millonaria para restaurar una sede en Valparaíso, equivalente a 6 mil millones de pesos. “Este proyecto lleva tres o cuatro años, justo en la subida de la crisis”, aseveró Castro.
Con la modificación de los aranceles, que originalmente fue ingresada el 2019, pero fue prorrogada para 2024, los institutos sabían lo que tenían que hacer, tomando las medidas necesarias para poder soportar la baja del arancel.
“Arcos confiaba que en esa prórroga como el área artística iba a seguir sin la aplicación”, es en ese momento que todo se desmorona, “entonces en vez de tener estos déficit y perder mucha plata, prefirieron vender nomás”, enfatizó la presidenta del sindicato.
–Es como si hubiésemos estado en medio del huracán y no alcanzamos a verlo. Lo que nos queda es cuidar lo poco que queda; el bienestar de los trabajadores, tener claridad y tranquilidad para saber que sean bien calculados los finiquitos. La idea es que no pase lo que ha pasado siempre; esta actitud de que si puede el empleador quedarse con lo más y dar lo menos, lo va a hacer.